Herramienta: 7/7 COHESIÓN SOCIAL | Criterios de Medición para un Modelo Urbano Mediterráneo Sostenible

Una de las misiones de More Than Green es difundir algo que está implícito en el concepto de sostenibilidad desde que éste se enunció, y es precisamente que ésta no se puede entender, por ejemplo, sin incluir cuestiones sociales y culturales. Si bien en cada uno de estos artículos hemos visto cómo cada una de las áreas temáticas tratadas repercute sobre las cuatro sostenibilidades, quizás al igual que ocurría con el metabolismo urbano y la sostenibilidad medioambiental, la relación del área temática que abordamos hoy con la sostenibilidad social y cultural es la más evidente.

La forma en la que vivimos, cómo nos desplazamos, con quién hablamos por la calle, dónde compramos el pan, dónde estudiamos y trabajamos son parte de las pequeñas acciones cotidianas de cada día que construyen nuestras relaciones sociales. Todas ellas ocurren en un lugar… en la acera de tu calle, en la cola del ayuntamiento, en el banco del parque, en la esquina donde subes al autobús… no ocurren en el vacío, sino en la ciudad, la gran protagonista de la web y de esta serie de artículos. Y como os podéis imaginar el tipo de ciudad en la que vivimos repercute en la manera en la que nos relacionamos con los demás.

Ya hemos descrito diversas situaciones cotidianas que pueden ocurrir en este barrio. En realidad allí ocurren pocas cosas, vive poca gente y la mayoría de ellas ocurren en el jardín que rodea su casita o en otras partes de la ciudad. Como ya decíamos en nuestro anterior artículo sobre complejidad a esto se le conoce como un área monofuncional, es decir un lugar en el que sólo ocurre una cosa… que la gente vive allí (bueno en realidad sólo duermen ya que el resto de su vida transcurre en otras partes de la ciudad). Pero eso no es todo. Como también veíamos anteriormente, las áreas monofuncionales promueven las relaciones entre iguales.

La casa donde vivo tiene un tejado de teja y una escalera redonda para entrar. La del guiri que vive al lado es igual pero con una torrecita y sin escalinata. Los jubilados de enfrente, Ramón y su mujer (que no sé cómo se llama), viven en una casa como la nuestra pero ellos  han pintado la fachada de ocre y han pavimentado toda la parcela porque el abuelete estaba cansado de pasar el cortacésped y podar los árboles en invierno. En realidad todas las casas de mi calle son iguales… bueno las de mi calle, la de al lado, la siguiente… y así toda la urbanización.

Las generalizaciones pueden ser odiosas, pero parece lógico pensar que la gente que vive en el barrio tiene unas condiciones sociales similares y un poder adquisitivo parecido, ya que todas las casitas son iguales. Además nadie nuevo aparece por el barrio, bueno sólo algún coche despistado que está buscando la casa de un conocido, y que es incapaz de distinguirla del resto, o cuando alguien se equivoca de urbanización y entra en la nuestra. Como no hay nada que hacer aquí, nadie diferente aparece y nada nuevo ocurre. Con esto no queremos ser clasistas. La descripción que hacemos de este barrio puede dar a entender que estos problemas ocurren únicamente en los barrios de clase media-alta de nuestras ciudades y no es así. Las áreas monofuncionales, con los problemas que llevan asociados pueden aparecer en zonas de la ciudad de todo tipo y condición. Si pensamos en lo que podría ser un caso opuesto, un barrio marginal, éste también es monofuncional ya que nadie ajeno al mismo entra en él, sólo los que allí habitan ocupan sus calles.

El lugar para la convivencia por excelencia, aquel que define la condición urbana es el espacio público, es el telón de fondo para todas nuestras acciones. Uno de nuestros héroes es el arquitecto danés Jan Gehl, quizás uno de los máximos responsables de que Copenhague sea un ejemplo mundial en materia de sostenibilidad urbana. Él fue uno de los primeros en decir que la calidad del espacio público fomenta y mejora las actividades sociales que en él se dan, algo que ya hemos visto en una de nuestras anteriores historias.

Como ya hemos comentado en este barrio de la ciudad seguro que ocurren muchas más cosas en nuestro camino diario al trabajo, mientras compramos el periódico, esperamos el autobús o vamos de paseo. Y esas cosas ocurrirán con gente muy diferente a ti. De nuevo no podemos generalizar, pero posiblemente en tu barrio haya muchos tipos de viviendas diferentes. Habrá casas lujosas en las avenidas, pisos de alquiler para estudiantes, viviendas grandes, pequeñas, áticos, etcétera y en ellas vivirán gentes de todo tipo y condición. Pero no sólo vive gente diferente en tu barrio sino que además vecinos de otras partes de la ciudad van o pasan por él de camino a otros sitios porque en la zona donde tú vives ocurren cosas. Ir al médico al centro de salud, hacer la compra en el mercado, ir a la escuela, nadar en la piscina municipal o sacar un libro de la biblioteca pública de tu barrio son acciones cotidianas, en las que no sólo satisfacemos nuestras necesidades sino que además por su condición pública nos permiten entrar en contacto con los demás.

Veamos cómo una ciudad cohesionada socialmente repercute en la sostenibilidad urbana:

SOSTENIBILIDAD MEDIOAMBIENTAL. Tal y como veremos en uno de los indicadores a continuación, una de las formas de medir el nivel de cohesión social de un barrio es la capacidad que la población tiene para acceder andando a los equipamientos necesarios para cubrir sus necesidades… de nuevo estamos hablando de la eficiencia de la densidad de personas y acontecimientos, que de nuevo de traduce en una reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera.

SOSTENIBILIDAD SOCIAL. Como ya hemos visto estamos hablando de mejorar el grado de convivencia entre grupos de personas con rentas, género, culturas, edades o profesiones diferentes.

SOSTENIBILIDAD CULTURAL. El uso del espacio público como lugar de encuentro social está vinculado claramente a nuestra cultura mediterránea.

SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA. La vivienda determina como hemos visto, al menos en parte, el tipo de población que encontramos en nuestros barrios. Nuestras administraciones deben velar por conseguir el acceso de toda la población a una vivienda por lo que el establecimiento de políticas para la promoción de vivienda pública con unas condiciones económicas viables es una de las obligaciones de nuestras administraciones.

Por último veamos cómo se puede medir el nivel de cohesión social de nuestras ciudades.

. Existen indicadores diseñados para medir la mezcla social de una población, pero al igual que ocurría cuando hablábamos del metabolismo urbano tienen un cálculo muy complejo luego no tiene sentido comentarlos aquí.

· Como decíamos antes la DOTACIÓN DE VIVIENDA PROTEGIDA y su distribución a lo largo de toda la ciudad, y no de forma concentrada como ocurrió con muchos polígonos de vivienda en la posguerra española, es una forma de asegurar un grado de mezcla social. Los indicadores de sostenibilidad señalan que al menos un 15% de las viviendas de nuestras ciudades deberían tener esta condición.

. Por último destacar de nuevo la importancia de hacer un urbanismo de proximidad. Frente a la posibilidad de arrancar el coche y llegar en 5 minutos al colegio, al mercado, a la biblioteca o a la piscina, un urbanismo de proximidad en el que el 75% de la población pueda tener una PROXIMIDAD A EQUIPAMIENTOS tal que le permita llegar a todos ellos en 5 o 10 minutos andando (dependiendo del carácter de éstos), por tanto ocupando y compartiendo el espacio público.

Con este artículo termina una serie que ha intentado mostrar con historias corrientes cómo el entorno urbano que nos rodea condiciona cómo vivimos, y una serie de pequeños valores que nos permiten hacernos una idea de cómo de sostenibles somos nosotros y las ciudades en las que vivimos.

Para completar la información técnica de estos indicadores puedes consultar las páginas 601-610 de la Guía Metodológica para los Sistemas de Auditoría, Certificación o Acreditación de la Calidad y Sostenibilidad en el Medio Urbano.