[Artículo originalmente escrito por Pilar Ferreres y José Luis Gisbert para More Than Green]
__Arquitectos: Pilar Ferreres + José Luis Gisbert
__Colaboradores: Xavier Pepiol, arquitecto + Álvaro Hueso, estudiante arquitectura
__Ubicación: Valencia, España
__Año Proyecto: 2015
¿Cruce o Plaza?, hemos preguntado a los vecinos, comerciantes, trabajadores y paseantes en el barrio del Pla del Remei en Valencia. Pregunta que surge de la Propuesta Alternativa de Mejora, PAM, presentada al Ayuntamiento para pedir la revisión del proyecto municipal aprobado respecto a dos calles del centro de la ciudad y sugerirle otra pregunta de más calado ¿ciudad para los coches o para las personas?
Las calles Hernán Cortés y Pizarro en la ciudad de Valencia no han cambiado en más de 30 años, a pesar de formar parte del núcleo comercial de la ciudad que atrae cada fin de semana numerosos visitantes, ha mantenido sus anchos de aceras de 2m. Caminar por estas calles es una experiencia llena de contratiempos y obstáculos, aceras estrechas y desniveladas, llenas de mesas, motos, postes de señales y coches que han escogido subirse a la acera para no obstaculizar el paso de otros coches. Esto afecta a los grupos de amigos, a las familias que, frecuentemente, aprenden a andar en fila india, a bajar bordillos, a esquivar bolardos, a esperar pacientemente la cola en los semáforos, a buscar el paso de cebra, a apartarse cuando las motos circulan sobre la acera para aparcar.
La noticia en abril de 2014 de que el ayuntamiento de Valencia va a hacer obras en ellas, nos ha llevado como vecinos y arquitectos a alegrarnos e interesarnos, a solicitar una participación ciudadana y ante la falta de ésta, tras no poca insistencia, conseguir averiguar cómo va a ser esta actualización tan esperada.
Nos hemos encontrado con un proyecto que no responde a las necesidades reales de estas calles, porque no las ha analizado más allá del tráfico motorizado, ignorando una información valiosa que sólo puede provenir de sus habitantes y usuarios. Un proyecto que no responde a la falta de espacio público en el barrio, ignora el patrimonio arquitectónico existente y así a los grupos de turistas que tienen difícil su visualización y disfrute. Así mismo la actuación municipal desatiende, contradice las directrices del PMUS (Plan de Movilidad Urbana Sostenible) aprobado en 2013 y compromete las necesidades espaciales y de seguridad de peatones o ciclistas. El ayuntamiento renuncia a los beneficios del árbol urbano respecto a la mejora de la calidad del aire y el control higrotérmico apropiado a nuestro clima.
La reurbanización prevista que condicionará la manera de vivir en esta área los próximos ¿25 años? no responde a criterios medioambientales, sociales o culturales y tiene presupuestado unos 800.000 euros por calle. El ayuntamiento de Valencia prevé actuar calle a calle, con proyectos autónomos, para terminar transformando todo barrio del Pla del Remei, sin planificación del conjunto. No es posible abordar la ordenación viaria y espacial de un barrio sin el estudio del ámbito completo, ya que hay problemas que no pertenecen al ámbito de las calles y han de resolverse desde un planteamiento global.
Ante este panorama y tras haber recibido finalmente en enero de 2015 la documentación técnica relativas a dos calles, ofrecimos al ayuntamiento de Valencia de forma gratuita (interesados por vivir y trabajar en el área) una Propuesta Alternativa de Mejora al proyecto municipal, la PAM, para poder enriquecer la solución y provocar un debate abierto.
La PAM es una respuesta ciudadana desde el conocimiento disciplinar, desde la arquitectura, presentada después de habernos encontrado con un proyecto aprobado que renueva materiales ensanchando las aceras sin atender necesidades básicas como el arbolado imprescindible (dispone arboles cada 30m), su sombra, bancos, o prioridad de recorridos peatonales. El árbol no es un elemento ornamental, su papel principal es regular el soleamiento en la calle, recoger la contaminación del aire y proveer de protección frente al viento, debe ser colocado donde es necesario por la orientación de la calle.
Una plaza, en la calle Pizarro, que obliga necesariamente a disminuir la velocidad, rescata el espacio de un cruce convirtiéndolo en una plaza de 20m de ancho, para todos, vacía de objetos, llena de vida.
Una calle con playa, cambiante, adaptable sin más obras, eliminando el aparcamiento gratuito reduce el paso de vehículos al mínimo imprescindible, y así reduce la contaminación atmosférica, acústica, visual y reduce la peligrosidad. Las zonas de uso flexible, llamadas Playas en la propuesta, son la estructura de un paisaje urbano cambiante en función del calendario y horario convenidos. La autogestión de elementos funcionales como las plazas de carga y descarga, su proporción, calendario y horario, así como la frecuencia de aparcabicis, sillas y bancos, permitirá acomodar estos usos desde la experiencia local. Flexibilidad que permite adaptación sin más obras, con la misma inversión inicial, implicando en la modulación y organización sobre su gestión a vecinos y comerciantes. La propuesta alternativa permite a las personas resolver sus necesidades, disfrutar de su tiempo libre y por qué no, relacionarse con los demás.
La visualización de la PAM muestra, a los que nos administran y a los demás ciudadanos, una posibilidad no contemplada que no tiene porque ser más cara. Una propuesta alternativa que contempla la creación de un nuevo espacio público así como mejoras relativas a la calidad de vida urbana, es una propuesta extrapolable a otros puntos de la ciudad, carentes también de espacio público, que puede ser también extrapolable a otras ciudades con tejidos de ensanche.
Entre los años 50 y 70 los centros de las ciudades se transformaron en pro del coche estacionado o en circulación. El aumento progresivo del número de vehículos en este espacio limitado conllevó el deterioro de su paisaje urbano y la calidad de vida de sus habitantes. Durante las últimas décadas, la mayoría de ciudades han invertido en sus centros este proceso. Han comprendido que rescatar el espacio para las personas era la única forma de reivindicar el estatus de este área de la ciudad. Sin embargo los cambios económicos y sociales no siempre es posible acompasarlos con las transformaciones físicas del lugar, son sus habitantes y usuarios los primeros en percibirlo y detectar los problemas existentes.
La actualización del soporte urbano ha sido llevada a cabo tradicionalmente a través de su reurbanización, su considerable coste económico y el no querer tomar decisiones impopulares para los coches ha provocado que en algunos casos este proceso no llegue.
Pero también han surgido otras formas, cambios temporales que a modo de ensayo permiten evaluar primero el resultado antes de realizar una actuación: Acciones de inversión nula, como Roma que desde hace 20 años corta el tráfico en una de sus vías más comerciales (vía del Corso) desde el viernes tarde hasta el domingo para que las personas pudieran caminar sin restricciones y que en la actualidad se ha extendido a permanente. Acciones de rescate de espacio público para las personas a través de pintura y elementos móviles, re-imaginando como puede ser el espacio común en la ciudad y ensayarlo temporalmente junto a sus habitantes con un gasto limitado antes de hacer obras es la lección que podemos aprender de la experiencia neoyorquina.
Valencia se ha apuntado en los últimos años a diferentes proyectos europeos de desarrollo sostenible como SMILE (Soluciones inteligentes y eficiencia energética en logística urbana en ciudades mediterráneas) o CAT-MED, fue nombrada ciudad europea del árbol en 2007 y que apenas hace una semana acogía a la principal plataforma europea encaminada a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en las ciudades.
Participar en estos proyectos debería llevar, al ayuntamiento de Valencia, en cada paso o decisión por pequeña que sea sobre la ciudad, a seguir los criterios de sostenibilidad, de una buena administración y destinar sus recursos, económicos y humanos, para mejorar la vida de todas las personas. No vale con apuntarse a un club de natación y no aceptar que hace falta equiparse con bañador y saltar al agua.
Algo falla cuando el consistorio alude en su respuesta al PAM, en marzo 2015, a problemas técnicos para plantar árboles o diseñar calles 30, sin justificarlos técnicamente y opta, en cambio, por disponer en una calle paralela pavimento absorbente de la contaminación con fondos europeos. ¿Es esta respuesta propia de una smart city? ¿no sería más inteligente limitar el paso de coches y plantar árboles? ¿puede haber ciudades inteligentes sin calles que lo sean? ¿es una calle inteligente en Valencia una calle sin sombra en verano? ¿Cuál es la movilidad adecuada, sostenible, en calles de 12 metros del centro de la ciudad?
Los autores de la PAM invitan al ayuntamiento de Valencia a formularse estas preguntas y vuelven a solicitar la paralización de la licitación de las obras del ensanche para incorporar su contenido, ahora, junto a las firmas de las personas que se han sumado a esta petición así como los resultados de la sesión abierta a vecinos, comerciantes, trabajadores y paseantes del barrio del Pla del Remei celebrada el pasado 5 de marzo.
Las personas que se han sumado a esta iniciativa confían en que el ayuntamiento considere las mejoras solicitadas que disfrutaríamos todos y especialmente generaciones futuras.