«El referéndum convocado a iniciativa popular gira en torno al parque de Tempelhof. La cuestión es si mantenerlo tal y como está o aceptar el plan del Ayuntamiento para urbanizar la zona que rodea a la inmensa explanada que antes funcionaba como aeropuerto y en la que ahora solo hay una zona verde surcada por dos pistas de aterrizaje. Los impulsores de la iniciativa ‘Tempelhof 100% campo’ argumentan que las 4.700 viviendas, las oficinas para 7.000 trabajadores, la gran biblioteca y los espacios deportivos que quiere levantar el alcalde, el socialdemócrata Klaus Wowereit, arruinarán el espíritu del lugar y acabarán con un pulmón necesario para la ciudad.
El debate puede parecer menor, pero Tempelhof no es un lugar cualquiera para los berlineses. Está grabado a fuego en su memoria colectiva. Se trata del aeropuerto concebido en los años treinta por Ernst Sagebiel como muestra de lo que debía ser la arquitectura del Tercer Reich. Y, más importante aún, es el lugar que en 1948 sirvió para evitar el bloqueo de las fuerzas soviéticas al Berlín occidental. El puente aéreo unió la parte capitalista de la ciudad con el resto de la República Federal Alemana durante casi un año. Los aviones repletos de alimentos, carbón y otros bienes de primera necesidad llegaron a aterrizar y a despegar cada 90 segundos. Es algo que los mayores del lugar no han olvidado.»