Las impactantes imágenes de gigantescos cruceros sobre las históricas fachadas venecianas documentan gráficamente una realidad que no nos planteamos cuando visitamos la ciudad. ¿Quién vive en Venecia y de qué viven? El documental «El síndrome Venecia» nos relata una realidad que es común en muchas ciudades: el poder económico se antepone a las necesidades sociales urbanas produciendo un proceso donde la masificación de turistas desplaza la cotidianidad; la gentrificación en Venecia.
«58.000 personas viven actualmente en Venecia, una cantidad parecida a la que habitaba en la ciudad italiana tras la gran peste de 1438. Una cifra que disminuye cada año debido al turismo masivo. Un éxodo de los verdaderos venecianos, que huyen de las masas de visitantes que llegan cada día y que están destruyendo la ciudad de los canales. Antes que acabar con Venecia acabarán con sus ciudadanos y sus costumbres, ya en peligro de extinción.
Un problema que analiza El síndrome de Venecia, ganador del premio al Mejor documental en el Urbanfestivaltv que ha tenido lugar esta semana en La casa encendida. Un filme que analiza cómo el turismo sin control está llevando a Venecia a convertirse en una versión de Eurodisney, como critica su productor Valerio B. Moser.»
«La presión de los lobbies
El productor de El síndrome de Venecia admite que la inacción de los políticos está condenando a muerte a la ciudad, que terminará convertida en un museo al aire libre si nadie lo evita, pero cree que uno de los principales problemas es la presión que los lobbies ejercen en los cargos públicos.
Otro de los problemas que ha conllevado el turismo masivo es la especulación inmobiliaria. El precio de la vivienda en Venecia ha alcanzado cifras que muy poca gente se puede permitir. El documental da un precio escandaloso: 12.000 euros por metro cuadrado. Para comparar, una vivienda en el centro de Madrid tiene un precio de 3.650 euros por metro cuadrado.
Además el gobierno no pone medidas a esta especulación, permitiendo que el mercado se autorregule. Esto ha contribuido al éxodo de sus habitantes, ya que si no tienen una casa comprada acaban yéndose a otras partes de Italia, especialmente la gente joven, que como se dice en el d.ocumental “no tienen futuro, o venden figurillas de cristal en la plaza o se van”. O vivir del turismo o escapar. No hay otra opción para una ciudad que recibe más cruceros al día que Nueva York»