“Érase una vez un rey en su castillo. Vivía en un mundo hermoso con altas montañas, grandes mares y maravillosos animales. Pensó que era un buen rey, pero que en realidad no se preocupa por su reino. Él sólo quería ser rico y llevar una vida más ostentosa. Para hacer las cosas que quería construyó grandes fábricas y para viajar más rápido construyó carreteras, ferrocarriles y aeropuertos. Para ello necesitó una gran cantidad de energía por lo que el rey condujo más y más para conseguir petróleo y construyó más y más grandes centrales eléctricas. Pensó que las cosas nunca habían estado mejor. Pero, poco a poco, su reino comenzó a sufrir. Grandes bosques fueron talados, enormes áreas quedaron como desiertos e incluso el propio clima empezó a cambiar. Pensó que podía controlar todo, pero, poco a poco, el rey se dio cuenta de que tenía que ser amable con su hermoso mundo o sería dañado para siempre. Él llegó a comprender que sirvió a su reino tanto como a él le servía. Así, hizo energía a partir de la fuerza del viento. El poder del agua e incluso el calor del sol. Trató de ahorrar energía y pensar en el futuro, no sólo en el presente. Y él con sus hijos e hijas desearon que esto fuera suficiente. Así se recuperó el reino y ¿terminó nuestra historia felices para siempre? Nadie lo sabe todavía, porque tú y yo somos todavía parte de ella.” (Fuente: Youtube)